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Abrazos de libertad: la vida de un grupo de mujeres después de las adicciones

Historias de resiliencia y recuperación. Informe de Miki Lusardi.

Melisa Fernández tiene 32 años, cuatro hijos y desde que se recuperó de su adicción al paco, hace tres años y medio, coordina un centro de mujeres para ayudar a otras personas a salir de las drogas.

Su recuperación empezó en la casa Hogar de Cristo cuando en el 2013 le hicieron una nota de televisión en la que aparecía completamente atrapada por los efectos del paco en los alrededores de la cárcel de Caseros.

Hay un antes y después de la lucha que tuvo que librar para reconstruir su vida destruida por el consumo. Una vez que recuperó el control se construyó su casa, terminó la carrera de acompañante terapéutica y volvió a sus amigos de siempre.

"Yo empecé a pedirme perdón a mí, lo que me hice como mujer, como madre, como persona", dice Melisa. "Me perdoné, me perdono todos los días"

Silvina Scarnatto tiene 45 años y es la referente y coordinadora general del espacio de mujeres de Vientos de Libertad. Es psicóloga social, tiene dos hijas y actualmente está casada con un ex adicto recuperado. Asegura que las chicas que llegan allí entran en condiciones desesperantes de adicción y marginalidad, mujeres que necesitan reconstruirse ellas mismas porque llegan rotas.

Barbie tiene 39 años y está en tratamiento hace cinco meses y medio. Es la chica trans de la casa. Desde su niñez quiso ser mujer y a los 21 años decidió irse a Mar del Plata para realizar su sueño. Consumió durante 23 años: empezó con alcohol y siguió con las demás drogas hasta tocar fondo.

En Mar del Plata para sobrevivir tuvo que prostituirse y padeció de todo tipo de violencia: los clientes la convocaban, la violaban y después la robaban. Hubo golpes en la calle y hasta violencia policial. Su pareja también consumía. Decidió internarse en Vientos de Libertad luego de una charla con una psicóloga que le encontró el espacio que ella pedía para no tratarse nunca: un espacio para mujeres sin que haya medicación. Así fue que se internó y hoy dice que esa decisión le salvó la vida.

Gladys Barrientes tiene 45 años y hace cuatro meses que está en tratamiento. Tiene cinco hijos vivos y dos que fallecieron, uno de ellos se está recuperando en uno de los centros para hombres de Vientos de Libertad.

A ella la regalaron cuando era una beba y luego su madre adoptiva la echó de la casa cuando tenía 15 años. Sufrió violencia de género por 15 años y vivió seis años debajo de un puente.

En todo ese tiempo pedía ayuda pero nadie la escuchaba. “Cuando estás en la calle nadie te ve”, sostiene. Antes de entrar a rehabilitarse lo único que quería era suicidarse. En la casa comunitaria encontró el afecto que nunca antes tuvo.

Ángeles Stoyanoski tiene 31 años y hace diez meses que está en tratamiento. Tiene dos hijos que están judicializados al cuidado de su madre. Angeles es parte de una familia numerosa de diez hermanos y sus padres también fueron adictos y vivieron muchos años de violencia de género en su casa.  Su madre pudo recuperarse y se separó de su padre.

Angeles ni bien pudo empezó a trabajar en boliches y empezó a consumir: “Lo que pensé que iba a salvar a mi familia fue lo que la destruyó”. Su pareja la obligaba a prostituirse y entró en un pozo donde no pudo salir, logró separarse y conoció otro hombre que la metió en un nuevo infierno. Vivió con sus hijos en situación de calle y en ese estado de abandono y adicción llegó a Vientos de Libertad. Ingresar a la casa comunitaria, dice ahora, es el primer acto de amor que hizo en su vida.

VIENTOS DE LIBERTAD
Vientos de Libertad
es una organización que trata a mujeres y hombres con problemas de adiccione. Se trata de internaciones voluntarias, sin medicación y a puertas abiertas. El tratamiento es en base a la contención de los abrazos y las palabras.

Los encargados sufrieron adicciones en el pasado y tomaron la decisión de ayudar a los que hoy están en situación de riesgo.

A diferencia de las comunidades terapéuticas cerradas o el tratamiento clínico comúnmente conocido, desde Vientos de Libertad se aborda la problemática del consumo desde una visión de “salud comunitaria” donde se entiende que la respuesta debe ser integral.

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