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Clases de amor: ellas ayudan a que chicos con dificultades puedan estudiar

Entran a las aulas pero no son maestras. Se sientan en los bancos pero no son alumnas. Ellas estudiaron para que los chicos con dificultades puedan aprender.

Lucrecia es acompañante terapéutica de Lázaro en una escuela rural en San Andrés de Giles, María es maestra de apoyo a la inclusión de Valentino en una escuela de Devoto y Karina es acompañante terapéutica de Tupac en un jardín de la Matanza.

Ellas son quienes acompañan a ellos para que puedan ir a escuelas comunes, que puedan compartir todos los días con sus compañeros y puedan ser parte, puedan estar presentes. Dependiendo de los diagnósticos de los chicos, son fundamentales en la parte pedagógica, en la parte social o en la parte de conocimiento adaptando los contenidos otorgados por la docente titular en función de su paciente.

Gracias a su trabajo, hay miles de chicos que hoy pueden estar incluídos en el sistema educativo, lo interesante es que muchas veces su trabajo quizás se ve desdibujado o no se sabe bien cuáles son sus funciones.

Su labor va mucho más allá de compartir banco con los chicos, son vitales en su desarrollo, en su día a día, las familias de los chicos y también los responsables de las instituciones escolares las consideran esenciales.

Teniendo a ellas tres como protagonistas, buscamos mostrar la entrega, pasión y amor con el que cumplen su trabajo, lo necesarias y fundamentales que son, en el contexto que sea, ya sea en la educación privada, pública, en primaria, secundaria o en una escuela rural con únicamente trece alumnos.

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