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Curanderos 2022: testimonios de la fe

Culebrilla, mal de ojo, pata de cabra, vientre caído. La ciencia avanza pero son muchos los que eligen a los curanderos para sanar ciertas dolencias.

Marcela vive en Quilmes, desde pequeña sabe que tiene el don de curar a la gente. No sabe porqué pero sabe como. Los métodos de cura bajan en forma de voces que le dicen lo que tiene que hacer. La gente la consulta por todo, problemas de salud, dinero, amor y ella siempre puede ayudarlos.

Jesús vive en Villa Celina, atiende a los vecinos en el fondo de un almacén. Los vecinos del barrio van sin turno, se acercan y le piden ayuda para curar algún dolor. Jesús los escucha, los ayuda y solo les cobra algún material, en caso de que necesite para sanarlos. Su don viene heredado de su padre, quien también fue curandero en Bolivia. Jesús asegura que el poder no es propio, sino de Dios. Él es solo un canal para que Dios, los ángeles y los santos puedan curar a los consultantes. Lo importante es que quienes vayan a verlo, tengan fe.

Marcela vive en Berisso, de pequeña curaba a los animales con imposición de manos. De grande, eligió estudiar para entender sus dones, pero al hacerlo se dio cuenta que muchas de esos saberes, ya los sabía desde su infancia. Hoy cura cualquier cosa que se proponga, aunque muchos van a verla por culebrilla, mal de ojo y pata de cabra. Otros van por trabajo, amor o por un tema de energía, necesitan volver al eje para que todo comience a funcionar nuevamente. Marcela cobra por su trabajo porque asegura ser muy efectiva en lo que hace.

2022 y son muchos los que se apoyan en terapias complementarias para curarse.

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