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#LosInvencibles Constanza, "la mente maestra"

La parálisis cerebral es su poder distinto. Conocé la historia de la psicopedagoga que ayuda a niños con problemas de aprendizaje y a adultos que no terminan de entender que las personas con discapacidad tienen vidas independientes. La "Invencible" de este capítulo es Constanza, "la mujer de acero".

Por Gabriela Cerioli

Constanza Orbaiz nació con parálisis cerebral, se recibió de psicopedagoga y trabaja en una escuela donde ayuda a chicos con problemas. También atiende pacientes en su consultorio particular y da charlas.

Fundó Desde adentro, un proyecto en el que, a través de su Facebook y con talleres capacitadores, busca concientizar sobre su mirada de la discapacidad.

El 21 de octubre pasado compartió su experiencia en las charlas TEDxRío de la Plata, ámbito en el que fue aplaudida por la manera en que presentó su discapacidad: desdramatizó su condición e hizo hincapié en que la discapacidad es un poder distinto. “A partir de esa exposición, una fase de mi vida cambió. Tuve gran caudal de propuestas de trabajo que tuve que seleccionar”, admite. La charla se viralizó y alcanzó el medio millón de reproducciones en YouTube.

TED es una organización sin fines de lucro estadounidense dedicada a las "Ideas dignas de difundir". Sus conferencias cubren temas que incluyen la ciencia, el arte, el diseño, la política, la educación, la cultura, los negocios, la globalización, la tecnología, el desarrollo y el entretenimiento.

Vivir con parálisis cerebral

La discapacidad de Constanza fue ocasionada por una falta de oxígeno al momento de nacer, lo que le generó una cuadriparesia, que afecta al tono muscular de sus cuatro miembros.

Comenzó la primaria a los 7 y terminó el secundario a los 18 en una escuela para adultos. El nivel terciario le llevó ocho años. La diferencia estuvo en los tiempos y en la manera de hacer las cosas. La discapacidad marca un tiempo diferente. Es hacer las cosas de otra manera, de una forma en que las cosas no están pensadas y transformarlas”.

En cuanto obtuvo su título, nada ni nadie le impidió irse a vivir sola: a los 33, hace casi un año, se independizó.

“Siempre quise trabajar con chicos con discapacidad, especialmente con chicos con parálisis cerebral”, le cuenta a Telefe Noticias. “Me preguntaba cómo iba a poder trabajar con ellos. Pero los chicos toman todo con naturalidad”, reflexiona.

“Soy psicopedagoga de la cabeza a los pies. Trabajar en mi profesión me hace feliz. Me encanta encontrar formas para que los otros aprendan”, subraya.

Constanza trabaja en un jardín de infantes privado. “Los chicos de 3 años miran pero no preguntan. Los de 4 y 5, sí. Sus reacciones son maravillosas: ‘A la seño le duele panza’, escucho que dicen, o me preguntan: ‘¿Te duele la garganta?’. Ellos mismos evitan pedirme que les ate los cordones. Ya lo saben. Lo tienen incorporado”, cuenta con una sonrisa.

Y agrega anécdotas de su rutina en la escuela: “Cuando se me caen las cosas, se ríen. Que vean que a otro se le caen las cosas está bien, porque de lo contrario tienen un espejo muy perfecto del otro lado. En mí saben que esa perfección no está”.

“Hago humor con mi discapacidad -no así con la de los demás”, explica a Telefe Noticias.

Una vez más Constanza hace hincapié en la importancia de la ruptura de modelos y de incorporar lo diferente a lo cotidiano. “Cuando son tan chiquitos es fundamental que se familiaricen con lo distinto”, explica.

“Hay que cuidar mucho lo que se dice en la infancia”, sostiene.

Un camino, muchas metas

Constanza recuerda su infancia jugando. “Me veo atajando pelotas sentada en la vereda”, afirma.

“Recién a los 7 años empecé a dar pasitos. Me acuerdo de mis primeros 8 pasos en mi cuarto, tratando de ir a la cama. Me golpeaba bastante. Hasta que consolidé la marcha pasaron varios años”, cuenta, y agrega: “En la infancia las cosas se viven con menos dramatismo que en la adultez”.

Sin embargo, su sinuoso camino no fue un lecho de rosas. “He tenido momentos difíciles al compararme con otros chicos. Pero de a poco me fui dando cuenta de que era diferente. En la adolescencia comprendí que la consecuencia de lo que me pasó cuando nací era lo que vivía en el día a día. Se marcaron mucho más las diferencias, que dolieron mucho. Un adolescente busca ser igual a y pertenecer a y yo la tenía complicada”, comenta.

Constanza tuvo sus momentos de enojo, porque “me parecía todo muy difícil de sostener”, reconoce.

Pero enseguida levanta la mirada y dice enfática: “El que la tiene difícil, tiene una recompensa muy grande”.

“Siempre hubo gente que me contuvo, ayudó y echó luz en mi camino”, agradece. Se refiere a su familia y a los docentes del colegio secundario, donde “fui abriendo puertas. Me hizo bien que apostaran a lo desconocido”.

En la discapacidad, no sólo el apoyo familiar y del entorno es primordial. También es fundamental el apoyo del Estado. Pero “desde lo estatal no siempre hay apoyo. Eso condiciona”, reclama.

Como el ave fénix, Constanza no se dejó vencer nunca. “Hubo personas que me lastimaron, pero lo capitalicé, me ayudaron hasta ellos para pensar qué profesional quiero ser hoy”, indica.

Romper prejuicios

Constanza señala que hay un patrón común con relación a la discapacidad: “pensar que una persona con discapacidad es un niño eterno que no trabaja, que no va al banco, que no tiene su vida. O que está todo el día haciendo nada. Es algo instalado. Cuesta ver a la persona con discapacidad también como un profesional”, lamenta.

Hay que trabajar para se genere más conciencia. Los niños rompen con estos prejuicios; los adultos están empezando a familiarizarse con lo distinto, pero corren con desventaja. “Es necesario trabajar con los prejuicios”, establece.

“¿Vos entendés cuando yo te hablo?, me preguntan a veces. ‘Sí’, respondo. ‘Ay, ¡qué bueno!’, se sorprenden. Por supuesto que me enojo cuando piensan que no entiendo lo que me dicen”, se indigna.

“Si ser invencible es caerse y volverse a levantar, solo así puedo aceptar que soy invencible”, sostiene. “Somos un poco lo que hacemos. Me gusta que me conozcan por lo que hago”, concluye y rechaza cualquier estereotipo.

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