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"Mi vida eres tú… y tú también": la nobleza de las cuidadoras

Por su edad no puede vivir sola y por eso una mujer se ocupa de cuidarla. Informe con Rodolfo Sbrissa.

Judith Stepansky tiene 84 años y Claudia Sandoval 44. Las separan cuarenta años de diferencia, aunque esos años no existen para el amor que se tienen la una por la otra.

Cuando Claudia habla de Judith, a quien cuida desde hace 26 años, su voz se quiebra de emoción. Tenía 17 años cuando llegó a Buenos Aires desde su pueblo natal Tres Isletas, en Chaco, y la conoció sin imaginarse que se convertiría en su segunda mamá.

Judith tampoco duda: “Yo no vivo sin Claudia, todo lo hago con ella”, dice mientras esboza una sonrisa. Ni bien se conocieron, dicen que se entendieron sin problemas. Claudia es quien acompaña a Judith en todas sus actividades. Van al médico, le cocina, hablan de sus vidas y construyen un vínculo que traspasa barreras. “Ella es la que maneja la casa, esta es su casa”.

Claudia habla de cariño y de respeto por quienes le dieron trabajo y algo más: un lugar en su familia. A cambio –dice– ella les dio la confianza y la tranquilidad de que cuidaría siempre de Judith. “Ellos me dieron lo más importante, que es su mamá, para que la cuide y que esté con ella”, se emociona entre lágrimas.

Hace algunos años atrás viajaron juntas a Israel y luego a París. Hay una foto que las muestra juntas. Judith apoya su cabeza sobre Claudia, que mira concentrada a cámara. Detrás aparece la Torre Eiffel, uno de los monumentos más visitados de Francia. Ese viaje fue inolvidable para las dos. “Era la primera vez que me subía a un avión. Era una locura para mí, una revolución”, dice Claudia.

Entre las dos hay un lazo tan fuerte, que no necesita de etiquetas, solo de cariño. “La quiero tanto y siempre tengo miedo de que se vaya”, dice Judith. “Es una parte de mi familia”. Para Claudia sucede lo mismo: “Paso la mayor parte de mi vida con ella, siento que el día que ella me falte no sé qué voy a hacer. Es mi segunda mamá. Me enseñó muchas cosas que no sabía y que podía aprender. Le agradezco por dejarme ser parte de la familia”.

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