X
Aviso de cookies

Usamos cookies para personalizar tu experiencia y los anuncios que ves en éste website y en otros. Para obtener más información o cambiar los ajustes, haz click aquí. Siempre puedes cambiar la preferencia visitando la sección de Configuración de cookies al final de la página.

This browser does not support the video element.

"Yo, el de la doble vida": una nueva confesión en primera persona

Estuvo detenido en un instituto de menores, se escapó, volvió a delinquir y desde hace un año, cumple condena. Informe de Mauro Szeta.

Claudio Velázquez Galeano tiene 20 años y fue condenado por robo agravado y uso arma de fuego. Lo condenaron a cuatro años y está detenido hace uno en la Unidad 45 de Melchor Romero.

Se crió en Villa dominico, junto a su madre y su padrastro. Fue al colegio hasta segundo año, pero empezó a drogarse y abandonó sus estudios. En paralelo comenzó a trabajar durante el día en un local de venta y arreglo de celulares, aunque a la noche salía a robar.

A los 15 años cayó detenido en un instituto de menores. Recuerda que el encargado del lugar le preguntó si quería quedarse o irse y él le respondió que prefería irse. Entonces, el funcionario le dijo que esperara que se fuera la policía y que saltara el muro.

La primera arma que tuvo fue un calibre 22 pero llegó a tener todo un compraba en una villa de Quilmes. Salía a robar todos los días, la única vez que lastimó a una víctima fue porque intentó resistirse: le metió un tiro en la pierna.

Su máximo botín fueron 500 mil pesos que robaron en un asalto. Con el dinero se fueron de “gira” durante una semana y gastaron cerca de 200mil pesos en drogas, baile y mujeres.

"Cuando estábamos de gira buscábamos bronca, una vez me metí en la Villa Itatí para darle masa a un paraguayo", dice con la mirada firme.

También fue motochorro y dice que lo hacía al voleo. El día que cayó detenido tomaban una cerveza con unos amigos y una chica. Fueron a robar a La Boca, hicieron una entradera y cuando volvían los empezó a perseguir la policía.

Comenzó un tiroteo y uno de esos balazos hizo estallar la goma del auto que manejaba y se estrelló contra la banquina a la altura de Puente Avellaneda.

Todavía recuerda los golpes que le dieron los policías. "Antes de que nos detuvieran íbamos siempre a robar a La Boca o Núñez, porque se sabe que es zona liberada", recuerda.
En el penal asiste al servicio en el mantenimiento de las computadoras, está por empezar a dar un curso a los otros internos de armado de pc. Tiene dos hijos y dice estar arrepentido porque por estar preso se perdió verlos crecer.

Ir a la nota original