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"Yo robaba para la joda": otra confesión con Mauro Szeta

Empezó a delinquir a los 16 y era adicto a la cocaína y al alcohol. Está preso por robo agravado y dice estar arrepentido.

Gastón Díaz González, “Cacho”, tiene 21 años. Está condenado a 7 años por robo agravado, lleva 1 año y 6 meses detenido.

Se crió en Merlo, el padre murió cuando tenía 9 años. De sus cuatro hermanos, él es el segundo. La madre hacía changas para mantenerlos, eran muy pobres. De todos sus hermanos, él fue el único delincuente. Su abuela fue como una segunda madre, tiene un tatuaje de ella.

A los 16 años empezó a robar motos. “No sólo robaba de fierro, a veces de chamuyo o sino lo agarrábamos en el Camino de la Ribera y los cortábamos ahí; después vendía las vendíamos por 10 o 12 lucas”, cuenta con orgullo. Era adicto a la cocaína y al alcohol. Solo hizo la escuela primaria, mientras que el secundario no lo arrancó. La plata de los robos la gastaba en boliches.

En el barrio en el que vivía, Villa Cobo, lo apodaron “Chacho”. Era más conocido por las peleas con los otros barrios que por otra cosa. Una vez que le robaron a su hermano fue a buscar a los responsables. Los amenazaba hacía que lo siguieran hasta la villa en la que vivía y luego los emboscaba y los tiroteaba. “A uno lo dejé con una discapacidad”, recuerda sin ningún tipo de arrepentimiento. “Me he cagado a tiros más de 15 o 20 veces con bandas de otros barrios, a mí no me importaba nada”. Tuvo muchos problemas con los hijos de un policía.

El día que lo detuvieron habían hecho un raid delictivo desde Merlo hasta Mercedes. “Teníamos dos mochilas llenas de celulares, palta y zapatillas; la policía nos empezó a perseguir y en la huida nos chocaron dos veces para hacerme caer de la moto, mi compañero me dejó tirado”, asegura.

En la cárcel tuvo muchos conflictos con otros internos, ahora está más tranquilo y dice estar arrepentido. “Perdí a mi chica, no pude ir a ver a mi hijo, ni amigos me quedaron, perdí todo”.

Hoy, en prisión, cocina y juega al rugby.

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