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"Nido de héroes de Malvinas": Puerto San Julián, una ciudad con marcas imborrables

En el tercer capítulo homenaje a los 40 años de la Guerra de Malvinas, Reynaldo Sietecase viajó a la Provincia de Santa Cruz, al puerto San Julián para recordar la labor de la Fuerza Aérea.

La labor de la Fuerza Aérea en este punto geográfico ha sido trascendente, memorable por su valentía y profesionalismo. Pero este lugar no solamente atesora el arduo trabajo de los pilotos, mecánicos y oficiales, sino que también recuerda y honra a la ciudadanía. Un pueblo que ha brindado una contención desinteresada a soldados y conscriptos, que los ha acompañado y acobijado con plena admiración.

Las aguas de San Julián, serenas y transparentes, son fieles testigos de las tragedias que esta ciudad ha vivido. Entre ellas susurran y rememoran la base militar, un escenario clave en el año 1982. Por pistas hoy desiertas y abandonadas, los aviones de la Fuerza Aérea han despegado con plena consciencia del riesgo al que se enfrentarían. Desde los hangares, aún existentes pero en desuso, han tomado vuelo los pilotos que atacaron la flota inglesa durante la guerra. Desde dicha base aérea, salieron 54 misiones para enfrentar al enemigo.

Fue un trabajo de intensidad plena. Según comenta Alejandro Graneros- documentalista- “esta base aérea fue un mundo de gente trabajando las 24 hs”. El Comodoro y ex plioto militar Gustavo Aguirre recuerda el año 1982 con plena claridad. Nunca podrá olvidar que la llegada de los aviones a tierra malvinense levantaba el espíritu y moral de los soldados allí presentes, y cómo el pueblo de San Julián los ha acompañado con esperanza y fortaleza. Por su parte, el Brigadier General Mario Callejo rememora sus vuelos como si hubieran sucedido poco tiempo atrás. Según describe, las maniobras consistían en vuelos rasantes, sin equipamiento automático y con escaso combustible. “Los británicos nos trataron de ´kamikazes´ a nosotros mismos, pero no lo éramos, no nos queríamos inmolar”, recuerda.

Los pilotos solían alojarse en la hostería cercana al puerto, los soldados en el gimnasio municipal. Eran recibidos con tortas y masas caseras, con el cariño de la ciudadanía. Mujeres abrían las puertas de sus casas para resguardar, al menos por poco tiempo, a soldados con frío, dolor y desesperanza. La gente veía salir a los aviones y los contaba, esperando que regresara la misma cantidad.

Recordando la guerra, a 40 años, tanto Gustavo como Mario se despojan del blindaje de sus posiciones oficiales para entrar en una faceta humana y acaso vulnerable. Gustavo sueña con volver a San Julián junto a su familia, para que sus hijos y nietos conozcan su vivencia y sepan honrar el esfuerzo de tantos argentinos. Por su parte, Mario siempre recordará a San Julián como un lugar entrañable, una bisagra que ha marcado un antes y un después en su vida. Esta ciudad abraza y atesora sus emociones más fuertes e íntimas, su conmoción más profunda.

AGRADECIMIENTOS

Fuerza Aérea
Museo Nacional de Aeronáutica
Alejandro Granero
Pablo Allende
Andres Azuri
Martín Maiguero
Aeropuerto de S. Julian.
Virginia Lianeza

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